Este tipo de toldos destacan especialmente por su grandísima durabilidad. Están especialmente pensados para terrazas al aire libre, balcones, áticos y, por supuesto, establecimientos. Ofrecen protección frente a la climatología incómoda, como excesivo calor del sol o lluvias en días de tormenta.
Resultan versátiles para cualquier construcción, por lo que la inclinación que va a tener el toldo la decide el propio cliente. Su sistema es uno de los más asequibles y precisos que existen. Además son de fácil regulación en cuanto al ángulo de inclinación de los brazos, consiguiendo casi los 90º. Lo que facilita que se puedan instalar en horizontal o vertical.
Precisamente su instalación es tan sencilla como rápida, y su diseño muy concreto: sus brazos permiten que se replieguen sobre sí mismos. De esa manera no constituye ningún tipo de obstáculo. De hecho, por este motivo también se les denomina brazos invisibles o articulados. Así, los brazos extensibles permanecen ocultos bajo el toldo.
Si hablamos de su funcionamiento, puede ser manual mediante la clásica manivela o bien motorizado. En el primero de los casos basta con ajustar el final de la barra que contiene el enganche de la manivela al sistema del toldo. Girando hacia un lado y hacia otro se replegarán o se desplegarán los brazos, lo que implicará que el toldo se suba o se baje. En el caso de que sea automático, bastará con accionar el botón del mando a distancia.
En cuanto a su composición, la perfilería es de aluminio lacado y su color se puede elegir en base a una carta de colores, de igual manera que sucede con la lona. Además hay diferentes modelos dependiendo del espacio a cubrir, puesto que no será lo mismo un toldo de brazo extensible para una amplia terraza en un jardín que para un comercio.
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